Aquello se convertiría en una batalla de voluntades
Simon no podía recordar a nadie que hubiera puesto en duda su autoridad en toda su vida. Era un de Burgh y su honor jamás había estado bajo sospecha. Así que la tensión fue inevitable cuando unos forajidos interceptaron su comitiva y descubrió que su cabecilla era una mujer. En Campion, su palabra era ley y por eso mismo la cosa se complicó cuando descubrió quién era aquella mujer y le ordenó rendirle vasallaje. Arguyendo que era su padre y no ella quien debía vasallaje al hermano de Simon, Bethia se lo negó. Su inquebrantable serenidad consiguió sacar de quicio a Simon, que terminó amenazándola con llevársela a hombros si insistía en desobedecerle. Ella le contestó con una carcajada incrédula… el duelo era inevitable.
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