Nicholas Andracas no
sólo le había pedido a Danielle que pintara el retrato de su amante en turno,
sino también trataba de seducirla con su arrollador encanto.
El rico y arrogante
magnate petrolero no reconoció a Danielle como la joven inocente que se le
había entregado hacía siete años. Tan sólo había sido una diversión para él, la
cual fue muy oportuna cuando su esposa inició la demanda de divorcio.
Danielle anhelaba
hacerlo pagar con creces el dolor que le había causado, Pero en vez de ello,
trató de mantenerse alejada... para evitar luchar contra él, y contra sí.