Se suponía que Will Ryan
tenía que enseñar a la doctora Lucie Compton cómo ser un buen médico de
cabecera. Sin embargo, allí estaba él con los dos brazos heridos y teniendo que
valerse de ella para hacer hasta lo más insignificante. Esa mujer estaba
consiguiendo acabar con su tranquilidad y con su dignidad. Y, para colmo, ¡era
preciosa, amable e inteligente... el tipo de mujer con el que siempre había
soñado...!
Lucie decidió salvar de sí
mismo a aquel pobre gruñón. Salvar al doctor Ryan se había convertido en
un desafío personal.
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