Cole Parrish había
llegado a aquel rancho para trabajar. Nada más. No para establecerse allí y
mucho menos para dejarse tentar por la bella pelirroja que dirigía el rancho
sin ayuda de nadie.
Pero entonces
apareció una pequeña en su puerta y Rachel pasó de tía a madre en sólo unas
horas. Ahora necesitaba de toda la ayuda posible… pero Cole no podía quedarse.
Nunca le había prometido nada.
El problema era que a
Rachel se le derretía el corazón cada vez que veía al duro ranchero con la
pequeña en brazos y empezó a preguntarse: si tan convencido estaba de
marcharse, ¿por qué seguía allí?
No hay comentarios:
Publicar un comentario