Annie Sweetwater no
era como las otras chicas. Todos se lo habían repetido durante toda su vida.
Todos, excepto Luke Carpenter, que nunca había dejado que la cojera de Annie le
impidiera ver lo que realmente era: toda una mujer llena de sueños, deseos y
esperanzas para el futuro… un futuro con él.
Luke no podía ni
recordar cuándo había empezado a amarla. Para la familia de Annie, ella siempre
había sido una muñeca de porcelana en una silla de ruedas. Para Luke, siempre había
sido la dulce Annie, inteligente y con un corazón tan grande como el cielo
infinito del Salvaje Oeste. Y lo arriesgaría todo para hacerla su mujer.
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