Él era un noble guerrero,
ella su esposa por decreto
Brice Fitzwilliam por fin
recibió su recompensa: el título y las tierras de Thaxted. Sólo le faltaba
reclamar a la esposa que le había sido prometida. Pero Gillian de Thaxted no
quería ser el premio de ningún hombre. No se sometería al poderoso físico y a
los ojos penetrantes de aquel caballero, a pesar de que sus brazos la
envolvieran por las noches.
Brice pensaba que
complacería a su esposa por obligación, pero se iba a convertir en un placer
nocturno también para él. Se arriesgaría a perder la armadura que rodeaba su
corazón si sucumbía a los encantos de esa bella mujer.
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