Peter Andrew Delacroix ejercía una profunda fascinación sobre la viuda de su primo. A Margaret Jaffrey le habían advertido que no se fiara de Peter, que su sonrisa triste ocultaba un pasado tenebroso. Pero Margaret tenía que conocer la verdad por sí misma. ¿Acaso era una fantasía temeraria que soñara con tener aquello que estaba fuera de su alcance? ¿O era la intuición del amor la que la arrastraba hacia la llama de deseo que ardía en los fascinantes ojos verdes de Peter?
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