Ella era una asistente social que iba a
devolver un niño abandonado a su padre, a quien jamás había visto. Una vez
cumplida la misión, era el propósito de Dawn irse a California y comenzar una
nueva vida.
Pero ella no había contado con Evan, rico
hacendado, padre de un hijo a quien nunca había conocido y que rehusaba
reconocer como tal, sin pruebas de su paternidad. Súbitamente, él se convirtió
en su carcelero, en su apasionada odisea, decidido a conservarla bajo su
imperio hasta tanto no hubiera más cuestiones por aclarar. Ella lo habría
odiado. Se habría escapado por la primera puerta abierta. Pero estaba ese
hechizo. Casi sin darse cuenta, su muy ordenada vida se había hecho trizas, y
en su lugar se había instalado el dolor de una pasión. ¿Por qué ella ansiaba a
ese hombre que no podía… que no debía tener?
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