martes, 23 de julio de 2013

Bordadora de Ensuenos

Tal vez la madre de Olinda Selwyn había tenido razón.
Olinda había aceptado un trabajo que consistía en restaurar bordados antiguos para la Condesa viuda de Kelvedon. Ella y su madre necesitaban el dinero. Pero Lady Selwyn tenía miedo de que su hija, bella e inocente, cayera víctima de las pretensiones de algún caballero mundano.

Olinda se había reído de los temores de su madre. Pero ahora había dejado de reír. El joven amante de la condesa no guardaba en secreto sus perversos designios contra la virtud de Olinda. La pobre muchacha se sentía desamparada. ¿Quién la protegería?

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