Si
había algo que Tristan Adam Hargrove, cuarto marqués de Moreland, había
aprendido a evitar, era el escándalo. Porque el apuesto marqués no solo era un
caballero honorable incapaz de seducir a una mujer en provecho propio. También
era el autor de Cómo evitar un escándalo, el célebre libro rojo que se había
extendido como un incendio entre la aristocracia londinense.
Cuando
una belleza de negra melena llegó a su vecindario, Tristan comprendió que no
debía sucumbir al deseo. Sabía muy poco de aquella mujer: solo que era de noble
cuna, que se hallaba bajo la protección de la Corona y que era, por tanto,
completamente inadecuada para las bajas pasiones a las que él se entregaba en
secreto. Si no hubiera visto su vulnerable belleza una noche aciaga... Si sus
labios no fueran tan arrebatadoramente rojos... Si no fuera ya demasiado tarde
para salvarla a ella, y a sí mismo, de la pasión irrefrenable que estaba a
punto de desatarse en nombre del amor... hubiera podido evitar el escándalo.
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