Aunque hacía tres años que Adam Carmichael
había abandonado a Maggie cuando más lo necesitaba, aún se creía con derecho a
aparecer y declarar su intención de retomar su matrimonio donde lo había dejado…
La primera reacción de Maggie fue formalizar
su divorcio, pero Adam se negó en redondo. Maggie se puso furiosa… no con Adam,
sino consigo misma, porque para horror suyo, en parte se sentía aliviada.
Dividida entre el divorcio y el deseo, Maggie
sabía que tenía que obedecer los dictados de su cabeza, no de su corazón. Pero
Adam no estaba dispuesto a dejarla ir sin luchar.
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