Eran tan salvajes
como las tierras que habitaban…
Todo el mundo en
Misery conocía a Kitty Conover. Siempre vestida de cuero y con el cabello
escondido en un sombrero de ala ancha, bajo las estrellas se sentía tan cómoda
como en su propia cama; conocía cada montaña, cada roca y cada curva del
camino. No temía las sorpresas, pues hacía ya mucho que había aprendido a
esperar lo inesperado y utilizarlo después en su beneficio.
Pero Bo Chandler era
una de esas sorpresas que Kitty no sabía cómo manejar. Lo había cuidado
mientras él había estado herido y ya entonces había sentido los primeros
síntomas del amor… ¡y no le había gustado nada! Quizá fuera una experta en
potros, pero los hombres eran otra cosa muy diferente. No pensaba entregar su
corazón a un desconocido que había encendido su pasión como el rayo encendía
los cielos durante la tormenta…