Él se comportaba como una fiera, pero ella se
sentía desfallecer en sus brazos.
La fisioterapeuta Stephanie McKinley se quedó
de piedra al ver que su último cliente era el actor Jordan Simpson, al que
siempre había admirado. Ahora ella tenía que enfrentarse al hombre real que se
ocultaba tras esa fachada de estrella de cine. Él se estaba recuperando de un
accidente en su fabulosa mansión familiar y no podía decirse que fuera un buen
paciente, más bien todo lo contrario. Pero logró despertar los sentidos
dormidos de Stephanie como ningún otro hombre había hecho…
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