Debido a disputas
familiares, hacía años que Carol Chancellor no tenía relaciones con la familia
de su difunto padre. Por tanto, a la muerte de su abuelo, la familia,
tremendamente resentida, no podía comprender por qué era ella la principal
beneficiaria del testamento. Afortunadamente, Damon Hunter, un buen abogado de
Sídney, había sido designado para velar por sus intereses
Carol se sentía
completamente a salvo con Damon. Y cuando se sintió amenazada, fue la única
persona a la que sabía que podía acudir. Pero también se dio cuenta de que no
solo su vida estaba en peligro, sino también su corazón.
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