El hombre
quedóse pensativo, con las manos temblorosas cruzadas en la mesa, y los ojos
fijos en la ansiosa chiquilla.
Memi pensó:
«Va a decirme que soy la excéntrica millonaria. Que sus reporteros han metido
las narices donde no debían, y que en adelante no se ocupará de mí, dejándome
hacer lo que me venga en gana...»
Entretanto
Kid Mescall, sin dejar de contemplar el rostro ideal, no hacía por recordar
nada, puesto que, además de tenerlo todo bien presente, no le quedaba tiempo
para ello, teniendo ante sí aquella carita de rasgos delicados y el cuerpo
estupendo de diosa pagana... Porque a sus ojos, Memi Kassins resultaba una
mujer fantástica, con belleza un algo sensual, y expresión de niña ingenua...
Dos cosas contradictorias, se dijo Kid con su «lengua pequeña», pero sin
embargo no rectificó porque las creyó acertadas.
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