Aquel orgulloso y apasionado italiano había
encontrado a la mujer de su vida.
Heredar un viñedo en Sicilia y una casa en
ruinas representó para Isabel Morrison la oportunidad de empezar una nueva
vida. Estaba decidida a crear un hogar y ser, por fin, feliz.
El viticultor Darío Montessori quería las
tierras de Isabel para devolverlas a su familia, a la que pertenecieron hasta
que se vendieron por un error del que se sentía responsable. Estaba dispuesto a
todo para conseguirlas, pero en su camino se interpuso una testaruda pelirroja.
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