Avalon no podía creer que tuviera tan buena
suerte. Cuando estaba segura de que iba a morir a merced de las olas, fue
arrojada a la costa de una remota isla escocesa.
Una vez allí, sólo deseaba volver a casa. Lo
que, desde luego, la joven no había tenido en cuenta era la famosa leyenda de
la isla, que afirmaba que la novia del jefe del clan debía llegar del mar. Los
habitantes del lugar habían decidido que ella era esa persona; y el alto, rico
y atractivo Fraser of Suilvach estaba de acuerdo con sus planes. Parecía haber
tomado una decisión; Avalon se convertiría en su esposa, tanto si quería como
si no.
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